Mar Cambrollé | Una mujer de bandera y orgullo

  Paula Sancha Oliva                                                            🐦@paulix311_                                                                                                                         

Mar Cambrollé es valentía y superación en esencia, una persona que no lo tuvo nada fácil para salir adelante y llegar a ser quien realmente es. Una mujer trans y feminista que lleva por bandera estas palabras y las defiende con todo su corazón, y que sin duda ha logrado que las generaciones actuales puedan disfrutar de esos derechos por los que ella luchó sin descanso. Toda una vida dedicada al activismo, que la llevó a convertirse en todo un referente del colectivo LGTBIQ+ y ser la fundadora y presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía.

Para que hoy podamos correr, otros han tenido que caminar durante un largo periodo de tiempo y sobrepasar todo obstáculo que se ha cruzado en el camino. Ojo, Mar Cambrollé sabe bien qué significa esto a sus 63 años, de los cuales 40 de ellos están dedicados en cuerpo y alma a la lucha por la igualdad y la visibilidad del colectivo trans. “Miarma, mientras tú vas, yo ya he ido y venido, incluso me he tomado algo por el camino”. Así es ella, una mujer de armas tomar y con pocos pelos en la lengua. Pero con su desparpajo y simpatía, invita a la periodista a quedarse a escucharla sin parar. Sentada en su despacho, acompañada de infinidad de fotos con recuerdos, de títulos otorgados por su trayectoria y de una gran bandera de arcoíris que inunda de color el lugar, pregunta entre risas: “Oye chica, ¿el micro no será de los caro, no? A ver si me lo voy a cargar”. Así empieza el encuentro con la entrevistada, que a pesar de su calma contagiosa, no puede contener las ganas de contar su historia.

– ¿Cómo fue su infancia y en qué momento descubrió su verdadera identidad?

– Uff, pues miarma esta pregunta es bastante complicada y larga de contar, pero para eso estamos- responde la protagonista.

“Con solo decirte que los niños trans de hoy lo verbalizan con la palabra, en mi época lo gritábamos con la conducta. Yo me vestía de niña y gritaba al mundo que era una niña, pero el mundo era sordo y me respondía: eres un maricón”. Nacida en el seno de una familia humilde en uno de los barrios más pobres de Sevilla, en el año 1957. Una época en la que España se encontraba bajo el mandato del dictador Franco, y en la que por desgracia, todas las personas del colectivo estaban silenciadas y amenazadas. La activista no solo tuvo que lidiar con esconder su identidad, sino que también sufrió el rechazo y la violencia tanto de sus familiares como de la sociedad en conjunto.

En mi época gritábamos con la conducta quiénes éramos. Yo me vestía de niña y le gritaba al mundo quién era, pero el mundo era sordo y me respondía: eres un maricón

“Yo tenía claro que no estaba a gusto cuando me trataban como un niño, pero no sabía cómo definirlo, y simplemente me desarrollé de manera natural pensando que era un chico gay”, afirma la entrevistada mientras se recoloca su peinado y la mascarilla que tapa su rostro. Aunque su mirada habla por sí sola y en ella se refleja el dolor que tuvo que pasar. Es una realidad que, aunque hayan pasado los años, la sociedad sigue confundiendo la identidad con la orientación sexual de una persona.

– A ver, si te pregunto qué va antes la orientación o la identidad, ¿tú que dirías?- pregunta Mar con interés.

– Diría que va antes la identidad de una persona.

– ¡Exacto!, y lo has dicho ciertamente- afirma ella.

Coge de su escritorio un bolígrafo y un papel y comienza, como una profesora que empieza el nuevo temario con sus alumnos, a explicar la diferencia entre estos dos conceptos de una manera más clara que el agua. No es de extrañar que esto aún no se explique en las escuelas, lo que provoca la desinformación y la confusión respecto al tema. “Es un acto de violencia asignarle a un niño una orientación afectivo sexual sin ni siquiera saber qué le gusta, porque no es su momento para saberlo. En cambio, sí sabe quién es y cuál es su verdadera identidad”.

Mar creció bajo una educación conservadora y estricta, actuando como “un chico normal” con tal de no recibir una cachetada de su madre. Pero, mientras sus amigos se interesaban en el fútbol o en ligar con las niñas, ella se divertía verdaderamente contemplando a las mujeres, viendo cómo se maquillaban y arreglaban, o jugando con las chicas. Es a los 14 años cuando en Mar despierta ese gustillo por enamorarse y explorar su sexualidad, llegando más tarde a la conclusión de que no es un chico que le gusta los hombres, sino que le gustaba los hombres porque era una mujer trans heterosexual.

La revista contracultural Ajoblanco llega a sus manos en 1974, a sus 17 años, donde Mar empieza a conocer la contracultura y las organizaciones clandestinas en contra del régimen de Franco. Estas organizaciones luchaban contra leyes como la “Ley de peligrosidad y rehabilitación social”, que perseguía a los homosexuales. Esta revista supuso el comienzo de su largo camino de activismo en la lucha por la libertad y los derechos. Con tan solo 17 años y de “culo inquieto”, viajó hasta Barcelona para conocer todo este movimiento social-cultural y ser partícipe de ello. Fue en ese momento cuando la bombilla se iluminó y regresó lo antes posible a la capital andaluza, ya con una cierta formación, para poner en marcha la primera manifestación pública por la libertad sexual en Andalucía.

Después de ese gran día, me alegra y me satisface ver que mi trabajo de tantos años ha dado sus frutos positivos para nuevas generaciones

Esa manifestación organizada el 25 de junio de 1978, no sólo fue un momento importante para la historia de Andalucía, sino que también se marcó en el corazón de Mar para siempre. En su despacho hay una infinidad de cuadros con recuerdos, pero su favorito, sin duda, es una foto vieja en blanco y negro, ya algo amarillenta y dañada por el paso de los años, pero que cuida con cariño. “¿Veis esa foto del fondo? Pues el jovencito que está a la izquierda del todo es la persona responsable de todo y con la que estás hablando ahora mismo”, dice entre risas y con una sonrisa que atraviesa hasta su mascarilla.

– ¿Y qué sintió en ese momento?

– Pues la verdad, no me lo creía y estaba muy feliz de ver que estábamos haciendo historia- confiesa ella.

Mientras sus compañeros tiraban una gran pancarta desde la Giralda que ponía “libertad sexual”, Mar daba un discurso donde, según ella, pensaba que “el local era demasiado grande para cuatro maricones que iban a venir”, dice con gracia y salero. Pero media hora antes, ya no cabía ni un alfiler. Fue un momento de alegría y orgullo. “Después de ese día inolvidable, me alegra mucho y me satisface ver que por fin mi trabajo de tantos años ha dado sus frutos positivos para nuevas generaciones”. Tanto fue esto que en diciembre de ese mismo año, se consiguió que se excluyera de la ley de peligrosidad los actos de homosexualidad y que se dejara en libertad a todos aquellos que estaban en la cárcel por ello.

Está claro que nada de esto fue fácil para todas esas personas que combatían sin descanso como Mar, en esos años convulsos, para que hoy podamos tener la vida que tenemos, llegando incluso a poner en riesgo su vida frente a la autoridad. La propia Mar llegó a enfrentarse a un policía que la iba a arrestar en una manifestación, pero le plantó cara y le dijo “o me deja usted terminar, o me lleva presa” tal y como cuenta ella. Logró por méritos propios dar voz a todas esas personas que estaban en la sombra y, además, consiguió que Andalucía fuera pionera, tanto en España como en Europa, en tener una Ley Integral de Transexualidad en el año 2014.

Es totalmente necesario que los padres escuchen y apoyen a sus hijos en este largo viaje de transición, porque no es nada fácil

¿Cuándo dio el paso?, se pregunta todo el mundo. Como ya ha dicho la activista, ella creció sin tener una palabra que definiera qué le ocurría. Pero fue en 1980 cuando descubre que no era un gay, sino que siempre había sido una mujer. “En ese momento, ordené mi cabeza y me hizo un clic, y supe ponerle por fin una palabra”. Es aquí cuando una joven, inquieta y ambiciosa Mar busca sus referentes en las publicaciones de revistas como Papillón, que seguían la línea del destape y que trataban la sexualidad, que había sido un tabú en la dictadura. Contemplaba a esas mujeres desnudas y algunas de ellas, mujeres trans como Bibi Andersen, la ayudaron a convertirse en la gran mujer que es hoy. “Aunque yo empecé luchando por la libertad sexual sin saber quién era, hay que decir que las personas trans fueron peor tratadas que los homosexuales durante el franquismo”.

Mar Cambrollé siempre ha demostrado que no hay que tener miedo por sentirse diferente, aunque en su época la sociedad fuera mucho más severa que en la actualidad. La wonder woman del colectivo, que comenzó una revolución de lentejuelas y tacones, confiesa que “envidia” o, mejor dicho, “echa en falta” haber podido tener la misma facilidad que otros tienen ahora de vivir su infancia con verdadera identidad, y sobre todo, haber tenido el apoyo y el cariño de sus padres en ese momento. Aunque ella sabe que esto sigue ocurriendo en las familias y escuelas, afortunadamente pasa en menor medida, y todo fue gracias a esa semilla que tanto ella como todos los valientes cultivaron con trabajo y esfuerzo. “Es necesario que los padres escuchen y apoyen a sus hijos en este viaje, porque ya te digo que no es nada fácil”, afirma con rotundidad la entrevistada. Hablando la vieja voz de la experiencia, a Mar no se le caen los anillos a la hora de denunciar las injusticias, y como buen referente utiliza su voz para dejar claro que a esta lucha todavía le queda un largo camino.

– A pesar de tener una larga trayectoria, ¿cree que todavía le falta algo por hacer?

– Pues claro, me falta conseguir una ley de ámbito estatal para las personas trans- responde Mar.

Esta ley está a la orden del día y Mar Cambrollé trabaja sin descanso para que salga a trámite, porque “se lo debemos a todas esas personas que vivieron en la oscuridad y el rechazo durante años”. Ella, que es una mujer de principios y con carácter, no se corta a la hora de expresar su enfado y a la vez temor de que, en los tiempos que corren, aparezca “ese monstruo con odio” de nuevo, que salió cuando se proclamó el matrimonio igualitario o el aborto. Ese “monstruo” reaparece cuando se siente amenazado, pero ella no se esconde y le hace frente cada día con sus propias armas, ya sea con estudios que demuestran su palabras (como por ejemplo, que los niños criados por personas el mismo sexo son más respetuosos con la diversidad). “No queremos quitar los derechos a nadie, sólo queremos la igualdad”, aclara con voz firme.

Uno de los objetivos es conseguir que se deje de asociar la identidad con los genitales, porque la diversidad existe y cada cuerpo es distinto, las personas no son patrones, como dice la propia Mar, “yo no me siento una mujer, yo soy una mujer, que es diferente. ¿Distinta a ti? Sí. ¿Contenta de ser distinta a ti? Pues claro que sí”. Una verdad que todavía chirría a muchos e incluso a mujeres consideradas feministas de “pura cepa”, pero que en realidad no representan el verdadero feminismo, sino la discriminación. Mar siempre ha tenido claro que su otra faceta gladiadora no es solo con el colectivo trans, también es el feminismo, ya que ambos movimientos van de la mano y sufren el mismo ataque estructural. La unión hace la fuerza y Mar defiende por encima de todo estos conceptos, “el movimiento trans y el movimiento feminista estamos condenadas a ir de la mano porque, o luchamos juntas, o nos matan por separado”. La hermandad entre mujeres es igual de necesaria que el apoyo de los hombres para combatir contra el machismo opresor.

Aunque la veterana activista haya vivido momentos de alta tensión en su vida, siempre ha demostrado que hay que perseguir tus sueños cueste lo que cueste y a sabiendas de que el activismo no es solamente ir a gritar un rato a la calle con cuatro pancartas, ella nunca ha pensado en tirar la toalla y ha llegado a enfrentarse varias veces a las gestiones del Gobierno. Esta mujer tan trabajadora y perspicaz afirma a sus 63 años que cada día se siente más fuerte y con más ganas de seguir adelante. Según relata, mientras cliquea el pulsador de su bolígrafo varias veces, casi todas las luchas son utópicas, y ella ha tenido la suerte de tocar esa utopía con la mano “porque donde había niños tristes, ahora hay niños con sonrisas”.

Cuando a Mar se le formula la pregunta de si cree que el Gobierno actual se preocupa de verdad por su colectivo, no puede evitar apartar la mirada y reincorporarse en su silla, preparándose para soltar todo lo que lleva dentro. “Sinceramente, pienso que no les importamos nada porque los que pensábamos que eran nuestros aliados ahora nos dan la espalda y no quieren una ley trans”. Acusa con fundamento que, muchas mujeres políticas se creen que el feminismo solo recoge a “esas mujeres burguesas con bolsos de Louis Vuitton” y declara dando un repentino golpe en la mesa que debe haber diversidad en el mismo Gobierno, con más mujeres, gays, lesbianas, trans, heteros, blancos y negros. Pero, por desgracia, no hay voluntad política para ello.

Tengo claro que yo he tocado la utopía con la mano, porque donde antes había niños tristes, hoy hay niños con sonrisas

Además de activista, es autora de su propia biografía Mar Cambrollé, una mujer de verdad, publicada en 2014, donde narra toda su vida desde su infancia hasta la actualidad, recordando tanto los momentos de luz como las sombras, dejando algo más de huella en este mundo, aparte de con su trayectoria laboral. Ella tiene muy claro que “si me muero, me voy tranquila porque sé que dejo ya un buen trabajo hecho”. En su libro tuvo la oportunidad reencontrarse con su “yo” del pasado, con esa niña que solo buscaba el afecto y la aceptación de aquellos que la rodeaban, o con esa joven y decidida adolescente en el momento que conoció a su primer amor y comenzó esta aventura.

Ella misma confirma bajo su propia experiencia que ser activista es duro y que quita muchas horas de tu vida personal, ya que supone volcarse en cuerpo y alma al trabajo, te priva de pasar rato con tu pareja, tu familia, salir un rato a la calle a tomarse algo con los amigos. Pero, aun así, durante la entrevista ha dejado claro que le apasiona lo que hace y le alegra saber que gracias a ella, alguien puede ser más feliz.

– ¿Además de ser activista se dedica a algo más en su vida?

– Como si ya con ser activista fuera poco vaya, no tengo ni tiempo para mí, pero vamos que no paro- responde entre carcajadas.

Pues sí señor, Mar Cambrollé es una mujer todoterreno. Además de ser la presidenta de una federación española de todos los colectivos trans de España, es la actual presidenta y también fundadora, de la Asociación de Transexuales de Andalucía-Sylvia Rivera, con 14 años de historia, situada en la calle Orfila (Sevilla). Allí, Mar Cambrollé y su equipo trabajan sin descanso organizando mítines, artículos, propuestas para el Congreso o manifestaciones, además de que cada día atiende a muchas personas para ayudarlas con su transición, tanto a esa persona como a sus familiares. La entrevistada explica con pelos y señales cómo está formada su asociación, definida por ella misma como laica, asamblearia, democrática, plural y paritaria. Sus tres líneas identitarias son asistencial, pedagógica y la acción política. “Son muchos los casos que nos llegan de niños que dicen tener problemas para relacionarse o son autistas, pero en verdad son niños transexuales que necesitan exteriorizar su verdadera identidad”, dice la propia Mar. Se ha demostrado que esos niños una vez que ven que sus padres lo aceptan y les dan cariño, dejan de ser extremadamente introvertidos y se desarrollan con normalidad. Además, en los ámbitos de la ciencia, medicina o psicología no se estudia las identidades trans y simplemente dan un diagnóstico de trastorno de la identidad, “ese niño no tiene ningún trastorno, es un niño trans y punto gilipollas, entérate bien”, aclara la protagonista sin tapujo alguno. Tanto la propia asociación como su presidenta hacen un llamamiento a todas las universidades y centros de investigación de psicología o biología para que aprendan a averiguar qué provoca esa conducta, además piden que dejen de invisibilizar al colectivo trans y de tratarlo en un estado de inferioridad. “Las personas trans no somos seres biónicos, somos biológicos porque somos vidas igual de importantes”.

Más allá de todo este debate de utilizar la ciencia como herramienta para sentirse la autoridad y emplearla para invisibilizar la transexualidad, hay que reconocer que el colectivo LGTBIQ+ está pasando por un gran momento, con cada vez más protagonismo. El colectivo trans hasta hace nada había sido el más machacado y silenciado del colectivo, pero ya no solo con la labor de Mar Cambrollé, sino con los grandes lanzamientos mediáticos de series como Veneno Pose han permitido un mayor alcance de concienciación en la sociedad. Mar recalca que gracias a estas series “por fin la gente puede ver más claro cómo es nuestra realidad y que no es un caso aislado”. Según ella, ahora está habiendo una revolución, o como a ella le gusta llamar “transrevolución”, y que es el momento de empezar, más que a normalizar, a naturalizar todas estas vidas y tipos de cuerpos. “Ahora debemos estar más fuertes que nunca y no dar ningún paso más atrás”.

Llegando casi al final del trayecto, Mar Cambrollé no se olvida de las personas más importantes, los jóvenes que todavía temen por ser ellos mismos. Bajo una tierna mirada y con tono esperanzador, la activista da un mensaje de apoyo a los niños, “cada minuto, segundo y día que pasa, no vuelve atrás y nadie se merece renunciar a quién es ni un segundo de su vida, que sean ellos mismos, valientes y que siempre recuerden de dónde vienen y cómo se han conseguido esos derechos que disfrutan”, porque sin memoria, la sociedad está condenada a cometer los mismos errores. En estas últimas frases, Mar Cambrollé destaca que es importante saber de dónde vienen esos derechos para así poder seguir adelante y no dar ni un paso atrás, para que los defiendan con orgullo. “Está muy bien que en el Gobierno estadounidense haya una mujer trans, pero debemos intentar que cada vez menos sea esto noticia y empecemos a naturalizar”. Nadie es perfecto, ni la propia protagonista de esta historia, pero con su relato ha enseñado que no hay que tener miedo a ser diferente, que todo esfuerzo o lucha tiene su recompensa y que la diversidad es enriquecedora.

Y hasta aquí la historia interminable de un referente que se define así misma como una persona “libre, políticamente incorrecta y amorosa.”

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